La insoportable levedad...

Desgraciada torpeza de mi humana e imperfecta naturaleza animal.
Bobo engarce de herrado color en la prenda equivocada.
Caída en picado que al duro suelo se parece dirigir.
No fui clavado a los treinta y tres pero no hizo ello que no comenzara a morir.
Mas largo es el camino nada mas.
No es la inanición quien me mata, ni la carencia de el comer, sino la insidia y desidia de mi en rededor.
Tragar la mas grande trola sonriendo y sin gana alguna de participar, fingir plena comodidad en la mas innoble parábola de absurdo transitar.
¿Merezco la dicha de ser feliz?
Como todo el mundo… pero es ese inquietante equilibrio, ese delgado cable que no deja de temblar mientras que camino sobre el quien me hace dudar si mover el siguiente pié o dejarlo donde está. -
Es tal vez la existencial inercia la que empuja a la mi persona, que desde fuera podría verse vital e incansable, mientras que la pura verdad, es que esa autenticidad externa es una presencia fantasmal e irreal, que camufla el dolor de piernas que me acompaña en la tristeza de el estar solo al deambular.
Solo…
¡ Con mis años y nadie me ha prestado su sincera interacción.
No quieren oír la verdad una ni de mis ideas tampoco de gratuismo habrán de compartir y participar.
Cuantas vidas a mi al rededor me rozaron, todas estaban demasiado entretenidas en su rebuznario de incapacidad.
Incapacidad forjada en los telares de la comodidad del cuerpo y la fría calidad que los ordenamientos pretenden imponer.
Calibran sus fuentes para averiguar como distorsionar convenciendo, desde los mas altos estamentos, desarrollando encuestas que sondeen las opiniones de estos entes vacíos, solitarios y fantasmales que mienten sin mas imposición que su rápido escape por el lugar donde parezcan tener mas razón.
Farsa tan ridícula me parece ser esta que mi dolor del contacto con el suelo a través de los pies no podrá ser otra cosa nunca mas que dolor.
Y esa…
Es la verdad.
Me duele caminar.


Om Krixis.